Asia es un continente inmenso, de una sorprendente diversidad que no permite una generalización superficial. Sin embargo, la acción humanitaria del CICR en las diferentes regiones de Asia se ha topado con reacciones y obstáculos similares, tanto durante la guerra fría como desde el fin de ésta. El autor (que dirige las actividades operacionales del CICR en Asia) pasa revista a las diferentes situaciones de conflicto que han requerido operaciones de protección y asistencia del CICR -desde la guerra de Corea hasta el conflicto de Timor oriental-. Llega a la conclusión de que el respeto por el derecho internacional humanitario en los conflictos en Asia no es ni mejor ni peor que en otras partes del mundo. En cambio, debido a un sentimiento exacerbado de la soberanía y a una desconfianza instintiva hacia una organización humanitaria como el CICR -percibida como perteneciente al mundo occidental- no es fácil el contacto. El autor hace un llamamiento a los trabajadores humanitarios para que hagan gala de una mejor escucha y de una empatía por las diferentes civilizaciones y culturas de Asia, a fin de que, llegado el momento, sean mejor aceptados.