El estado desestructurado ("failed State") se caracteriza por la falta de toda estructura oficial que pueda garantizar el orden y la justicia. Un "Estado sin Gobierno" es siempre el resultado de situaciones de violencia incontrolada que impiden a las autoridades constituidas funcionar correctamente. Aunque el fenómeno no es ciertamente nuevo, los ejemplos actuales de "Estados desestructurados" recuerdan la fragilidad de todo orden constituido, del Estado de derecho. El autor examina los problemas planteados por los Estados sin Gobierno, desde la perspectiva tanto del derecho internacional como de los principios generales del derecho constitucional. Se interesa en particular por el comportamiento de la comunidad internacional ante estas situaciones. ¿Es concebible que, en tales casos, los (otros) Estados o las Naciones Unidas puedan garantizar un respeto mínimo de la dignidad y de la seguridad de la persona humana? ¿Cuáles son las posibilidades prácticas para hacer cumplir las garantías ofrecidas por los tratados relativos a los derechos humanos o por el derecho internacional humanitario? El autor llega a la conclusión de que los ejemplos analizados de "Estados desestructrurados" no anuncian el fin del Estado como tal. Con todo, muchas de las preguntas siguen planteadas y exigen una respuesta, a fin de permitir una evolución de las instituciones que tenga en cuenta las limitaciones de nuestro tiempo.
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